LA COSTILLA (-13/09/2016)
Despertó como despierta cualquiera que vive en la capital
siendo día de semana, de manera brusca, pero esta vez, no fue una alarma, en
realidad, usualmente tampoco usa alarmas o cuando las pone - o mejor dicho
cuando suenan - ya son horas en las que se ha despertado, y tampoco se quedó
dormido, lo que lo despertó fue el sonido del celular, estiró el brazo pero en
la posición en la que se encontraba no le permitía alcanzar el celular, se dió
vuelta y luego de estirar el brazo, hizo lo propio con los dedos de la mano, tanteando
la ubicación del celular hasta que lo encontró.
La llamada no era urgente, pero sí era temprano para el tipo
de llamadas de negocios, la resolvió con somnolencia pero con firmeza y
quedaron en volver hablar al mediodía con quien se encontraba al otro lado de
la línea.
Habiendo despertado, cayó en consciencia que el día había
empezado, salió a la sala pero no encontró a nadie, ni una nota de por medio,
así que automáticamente prendió la Tv, y luego llevó la laptop al comedor, sin
embargo, mientras eso sucedía, tal como si fuera una rutina, tenía una
sensación distinta, hizo un “escaneo” o mejor dicho un repaso de lo que hacía y
decidió que necesitaba algo para empezar el día, y que se preparará un café con
leche, pero algo estaba mal, no afuera en la calle, ni en la tv - la que estaba
prendida pero era como que estuviera apagado -, era otra cosa, y no era la
casa, y tampoco era que no había nadie más que él en ese momento.
Reflexiono y pensó que probablemente despertó mal, así que
mejor se echaba de nuevo y nada de café con leche, regresó al cuarto, levantó
las frazadas como volviendo a acomodarse en el lado calientito y se echó y
abrigó en la cama, pero su mente ya estaba despierta y activa, repasó su
sentido del humor, se sentía bien no había nada que lo moleste, ni lo ponga
triste, se levantó, podía caminar, sin embargo, algo sucedía que estaba mal,
pensó en una pastilla para la cabeza, una aspirina, pero luego inesperadamente
tuvo un eructo y sintió algo de frío, instintivamente fue al baño, vinieron más
eructos hasta que uno que fué como forzado activó con claridad la localización del
problema, la zona baja de la caja toráxica, al lado derecho, ¿vaso? ¿apéndice? no lo sabía, ,pero de ahí provenía
un fastidio, una molestia, una señal completamente clara de que algo estaba
pasando y que era ahí donde estaba pasando, estaba tratando de procesar lo que
sucedía, cuando vinieron unas arcadas incontrolables y se agachó como para
vomitar en el inodoro, pero la posición se hacía insostenible… dolía! el cuerpo
se estaba tensando rápidamente en todo sentido, la mente estaba lúcida
buscando, tratando de interpretar que era lo que sucedía, pero el dolor
corporal y el stress corporal que lo acompañaba progresivamente hacían perder
la concentración.
Regresó a la cama, se echó, prácticamente se obligó – se
intentó obligar - a dormir, pero era insostenible, tampoco podía acomodarse de
costado sea derecho o izquierdo, ya que dolía la zona de las costillas en la
parte baja, tampoco de espaldas, ni boca arriba, estiró las piernas, los
brazos, los dedos de los pies y de las manos, todo sin resultado alguno, se
levantó nuevamente, nuevas arcadas más
fuertes, y estaba usando los brazos para sostener a su propio cuerpo, es decir,
para que el menor esfuerzo posible o tensión se desarrolle en la zona del
dolor.
Cuando llegó su mamá a casa, ella había llegado con el
pan y algo más para tomar un desayuno en la mesa del comedor, era habitual
compartir el desayuno, las noticias y luego trabajar desde casa con los correos
electrónicos, llamadas telefónicas y otros que todo independiente conoce, “lo
demás son reuniones”
como habitualmente explicaba; salvo en los casos de “sólo
un café má, que hoy no hay tiempo” el desayuno era un momento familiar, de
unidad; cuando ella llegó, definitivamente la escena que encontró no la
terminaba de entender, “me duele, me duele” sólo atinó a escuchar pero no podía
entender que fue lo que pasaba, ¿te has golpeado? Preguntó, - “no, no me he
golpeado, no sé lo que pasa, me duele”, - “ pero siéntate mejor” (indicando la
silla), fue ahí donde su madre se dio cuenta de la gravedad de la situación,
entre eructos sin sentido “seguro has acumulado aire y lo bueno es que lo estas
botando”, vomitar agua, porque no había
ingerido nada y tenía el estómago vacío a esa hora de la mañana, en el proceso
de querer sentarse, él tuvo que apoyarse en sus brazos, la tensión que el
simple proceso de sentarse le provocaba aunado al dolor recurrente de la zona
de las costillas, derivó en un “ por favor, llama a un médico o vamos a la clínica”.
En realidad, no sabía si ir a la posta médica o a la clínica,
porque si era una apendicitis ¿Cómo lo iban a costear? Escribió a su amiga que
traduce textos médicos del inglés al español y cuya toda su familia esta relacionada
con la medicina, la que le indicó que el dolor podía ser en las “costillas
flotantes”, - ¿flotantes? pensó, pasó a google, y efectivamente lee que hay
unas costillas flotantes que son como que nadie sabe para qué están ahí porque
te las puedes extirpar para tener una mejor cintura, es decir, es como si fuera
un adorno porque si las puedes extirpar por estética, está claro que no cumplen una función principal, pero están
ahí.
La indicación de las costillas flotantes, encajaba exactamente
con la zona del dolor y hacía pensar que no sería una apendicitis, aunque no había
dejado de ser un riesgo aún.
Su mamá recordó que el municipio cuenta con un servicio de
Ambulancia 24 horas exclusivo para los vecinos en caso de emergencia, y
definitivamente ésta era una, realizada la llamada, la telefonista confirmó que
iban a recogerlos, pasaron sólo unos minutos y el dolor se ponía intenso y él volvió
a vomitar, dudando de si ir en taxi inmediatamente o esperar a la ambulancia,
él pide que confirmen por teléfono si realmente lo van a recoger, su mamá llamó
para confirmar si iban a venir y le dijeron que sí, que ya estaban en camino,
pero pasados 2 minutos llamaron a la casa para confirmar que “la ambulancia
está en camino” pero indicando a otra dirección… es decir, había una confusión
y no se contaba con la certeza de si la ambulancia iba a venir o no , “por
favor CONFIRMALO!” levantó la voz, Si no van a venir que no jodan y nos vamos,
la ilusión, la tranquilidad de sentirse respaldados por la atención financiada
con los impuestos del distrito – considerando que siempre han hecho todo lo
posible para estar al día en ello – se cayó, no podían atender porque no había
unidad disponible, al carajo! vamos en un taxi! uso una aplicación, solicitó un
taxi que estaba a sólo unas cuadras y éste llegó, pudo entrar al mismo entre
histérico y adolorido, con cara pálida y mortificado por la situación, llegaron
a la zona de emergencias de la clínica, y fue necesario traer silla de ruedas, hasta
el proceso de sentarse le dolió y empezaba a desesperarse.
- ¿Te has golpeado? ¿Te caíste? ¿Qué pasó? preguntó el
enfermero como parte de la rutina y para entender la situación, mortificado por
la respuesta que se veía en la obligación de dar respondió “no me pasó nada”
pero estaba ahí retorciéndose y empezando a golpear la barra metálica de la
camilla con fuerza, ya que, ni siquiera podía echarse en ella, ni sentarse en
ella, y entre doblado y parado, nuevamente vomitó agua.
Al aparecer el Doctor, éste encontró las mismas respuesta, "no me
he hecho nada!" repasó rápidamente y explicó todo el día incluyendo la manera en
que se despertó – la llamada – y que fue un salir de sueño algo brusco, el
doctor confirmó que la zona afectada, generadora del intenso dolor eran las
costillas flotantes, y tocó la zona pero solo al apoyarse ligeramente él sintió
un dolor fortísimo, que no era por la mano del doctor, si no, porque
efectivamente estaba doliendo, el Doctor dio su veredicto profesional indicando
dos cosas que parecían contradictorias entre sí: la primera es que la zona
afectada, efectivamente no comprometía órganos vitales, lo cual era un gran
alivio en el sentido de que no sería necesario
una gran cantidad de dinero, pero era contradictorio porque el dolor y la situación
en la que se encontraban correspondía a una emergencia; y la segunda, es que no
era necesario realizar una radiografía, porque aún en el caso que me hubiera alguna
fisura o algo en la costilla, ésta se repara sola, es decir, a nadie le pueden
enyesar las costillas o algo parecido, osea me van a dejar así ¿?!!!.
“Es muy sensible al dolor” dijo el doctor a su madre, para
cerrar, y explicó que debido a la intensidad del dolor físico que estaba
experimentando era necesario inyectar tranquilizantes, aplicar suero, recetar
reposo y pastillas.
Para inyectar vía intravenosa en el brazo, era necesario que
Rodolfo se quede quieto, de hecho que se eche, “eso no va a pasar señorita” fue
seguido de una consciencia de derrota, de quien aceptó que perdió el control de
sí mismo, repentinamente se puso a lagrimear sin parar y sin saber qué hacer, con el brazo extendido mientras la enfermera
lo inyectaba, derrotado y sin explicación lógica, con su madre al frente,
estupefacta.
Aproximadamente 45 minutos después de la inyección y con el
suero puesto, los sedantes vencieron al dolor y a Rodolfo, aún con señal de
tensión y ceño fruncido durmió.
Una hora después despertó y empezó a procesar todo lo
acontecido, no podía ni puede entender cómo puede uno estar bien en un momento
y terminar en la mierda en el otro; en un accidente o una enfermedad o un golpe
existe una razón racional producto de la tragedia que aconteció, repentina o
no, existe incluso una casualidad terrible en el acontecer de la situación,
pero acá sucede otra respuesta la que me
encuentro obligado a dar, me autofisuré o me autotorcí o algo me hice al
contestar el celular, algo, de forma tan precisa y contundente que me dañe a mí
mismo, en mi cama, en mi propia casa.
Esto sucedió
y espero – creo - que escribir de este tema, no es algo tan absurdo como todo
lo anterior, siento que alguien me timó o me quiere dar una lección que aun no
entiendo, espero que tú seas más rápido que yo.
por Rodolfo Ponce De León
Hecho en Septiembre2016
Publicado Marzo2017